Nuestro propósito es glorificar a Dios, usando nuestros dones para Su gloria y para honrarlo en nuestras vidas. Se nos llama a hacer la voluntad de Dios incluso cuando no la entendemos, ya que su plan, no el nuestro, es lo que nos lleva a la felicidad eterna y al propósito divino.
Nuestras vidas tienen un diseño intencional, y nuestros movimientos y acciones deben estar alineados con ese diseño, buscando reflejar a Dios en todo lo que hacemos.